EL GOBIERNO DE SANTOS

EL GOBIERNO DE MAXIMO SANTOS

ASCENSO AL PODER
Francisco Vidal fue desigando por la Asamblea General para completar el período legal de la presidencia que se extendía hasta marzo de 1883. Vidal no tenía peso político significativo y durante un mes se habló de la posibilidad de que Latorre regresara al gobierno. La situación la definió nuevamente el ejército cuando el Coronel Máximo Santos apoyó al gobierno de Vidal. Este le retribuyó designándolo Ministro de Guerra.
El 28 febrero de 1882 Vidal presentó renuncia, un año antes de completar el período presidencial que le hubiera correspondido a Latorre si este no hubiera renunciado. Al día siguiente la Asamblea General designó al nuevo presidente: Máximo Santos.
Su gobierno se diferencia del Latorre en varios aspectos. Dejando la austeridad de su antecesor militar, Santos rodeó su persona de fastuosidad y pompa. Por ley de julio de 1882 se introdujo la banda presidencial que el presidente lucía como símbolo de autoridad. El lujo y la fastuosidad también se apoderaron del ejército; sus ropas y sus desfiles fueron una clara muestra de ello. Otra diferencia con Latorre la da la búsqueda de apoyo en un partido. Santos buscó el apoyo de la divisa colorada rodeándose de figuras políticas procedentes de ese sector; además glorificó los hechos históricos de esa divisa, como el gobierno de la Defensa, el episodio de Quinteros y la revolución de Flores. En 1884 el Partido Colorado proclamó a Santos jefe del partido.

LA OPOSICION A SANTOS
El gobierno de Santos tuvo que hacer frente a una oposición que no tuvo Latorre. El descontento se manifestó a través de los integrantes del Partido Nacional, de los colorados liberales y de los jóvenes universitarios que recién se incorporaban a la vida política.
El Partido Nacional juntaba a los principistas blancos que trataban de dar unidad a los integrantes de esa divisa, uniendo al principismo (el sector doctoral) con las tradiciones blancas vinculadas al caudillismo. Tomó como base el programa formulado en 1872 por el Club Nacional y su principal órgano de prensa era “La Democracia”.
Por su parte los colorados que estaban en desacuerdo con Santos formaron el Partido Colorado Liberal dirigido por Julio Herrera y Obes, Lorenzo Batlle y Pedro Bustamante, entre otros. Al igual que el Partido Nacional se trataba de principistas que intentaban unificarse con los tradicionalistas.
Los principistas que rechazaban cualquier vinculación con los caudillos y con las divisas, se agruparon en el Partido Constitucional, organizado en 1881. Sus principales figuras eran José Pedro Ramírez, Carlos María Ramírez y Aureliano Rodríguez Larreta.

Máximo Santos

La oposición intentó una revolución contra Santos cuando estaba  terminando su mandato. En realidad Santos venía preparando el terreno para continuar en el gobierno como veremos más adelante. La revolución, conocida como Revolución del Quebracho, se organizó desde territorio argentino. Los jefes de la rebelión habían previsto que una vez establecidos en territorio uruguayo organizarían un gobierno provisorio integrado con figuras pertenecientes al Partido Nacional, al Partido Colorado Liberal y al partido Constitucional. En filas revolucionarias se encontraban algunas figuras jóvenes que más adelante (ya en el siglo XX) ocuparon la presidencia: José Batlle y Ordóñez, Claudio Williman y Juan Campisteguy.
La dificultad para conseguir caballos, las discrepancias entre los jefes y la inadecuada táctica militar llevaron al fracaso de los rebeldes. El 31 de marzo de 1886 en Puntas de Soto tuvo lugar la batalla decisiva con el triunfo de las fuerzas del gobierno dirigidas por el General Máximo Tajes.

UNA REELECCIÓN DISFRAZADA
En 1886 finalizaba el mandato constitucional de Santos; antes de abandonar la presidencia fue preparando su regreso. Para lograrlo había que burlar la prohibición constitucional de reelección de los presidentes.
Dos leyes prepararon el terreno. Una ley de marzo de 1885 interpretaba los artículos 25 y 31 de la constitución (que prohibían ocupar cargos parlamentarios a los militares) estableciendo que la prohibición no comprendía a los militares con grado de general, siempre que no se hallasen al mando de tropas.
Otra ley, de diciembre de 1885, creaba el departamento de Flores con territorios pertenecientes a San José. Era necesario elegir un senador para representar al nuevo departamento. Santos renuncio a la presidencia antes de terminar su mandato y se postuló senador por el departamento de Flores obteniendo la designación. Ingresó a la Cámara de Senadores que los designó presidente de la misma.
Mientras tanto la Asamblea General había designado como presidente a Francisco Vidal el 1 de marzo de 1886. El 24 de mayo de ese mismo año Vidal presentó renuncia. De acuerdo a la constitución quien quedaba a cargo d ela presidencia en caso de renuncia del presidente, era la persona que ocupara la presidencia del Senado. De esta manera Santos volvió a colocarse la banda presidencial.
Pero la situación no era totalmente favorable hacia Santos. Algunos de sus seguidores se habían sumando a la oposición que se volvía más crítica y violenta. El 17 d agosto de 1825 Santos sufrió un atentado obra del subteniente Ortiz. El presidente salvó su vida pero el atentado fue un toque de atención. Poco después renunciaron dos de sus más importantes colaboradores Manuel Herrera y Obes y José Ladislao Terra, desconformes con un proyecto para censurar la prensa. Molestaba a Santos la abundante propaganda opositora y en tal sentido intentó acallar a la prensa (la “ley mordaza”)
Al hacerse difícil la situación Santos buscó una salida recurriendo a la colaboración de personalidades de la oposición; le ofreció el Ministerio de Gobierno a José P. Ramírez, dirigente del Partido Constitucional. Ramírez contestó a Santos condicionando su aceptación a diversas bases: libertad de prensa, elección de un nuevo presidente en marzo de 1887 y no reelección de Santos, prohibición de levas forzosas, cambios en el personal policial y reincorporación al ejército de oficiales opositores. Santos aceptó constituyendose el 4 de noviembre de 1886 el llamado “ministerio de conciliación”, integrado por figuras de la oposición: José P. Ramírez, Juan Carlos Blanco y Aureliano Rodríguez Larreta. Pocos días después, el 18 de noviembre de 1886, Santos renunció a la presidencia.
Había culminado el régimen de Santos y con él el régimen militarista o autoritario, ya que las clases altas intelectualizadas, dominadas por el pensamiento liberal, veían con buenos ojos que el poder del estado volviera a manos civiles, o sea a ellos mismos. Para eso se buscó un gobernante de transición en la figura del General Máximo Tajes.

CONCLUSION


“... Yo me impuse a la Nación y la obligué, a pesar suyo, a que se salvara de la ruina. Y el país se salvó. Yo moralicé. Fue necesario abusar alguna vez, si Ud. quiere, para librar al país de bandoleros. Rebajé los impuestos, decreté los códigos, civil, de comercio, y de procedimientos. Hice alambrar la república entera. Decreté el patrón de la moneda. Reduje los impuestos de aduana. Levanté la Escuela de Artes y Oficios. Establecí el Registro Civil. Hice obligatoria la enseñanza del idioma nacional en las escuelas. Conseguí que en las juntas de campaña no se robara, como se robaba antes, y como se roba ahora, el producto de los impuestos locales. Con mi sola firme introduje reformas que las cámaras hubieran tardado años en estudiar, en discutir y en aprobar o rechazar. Y dejé allí algo que está a la vista de todos y que, quiérase o no se quiera, hará que mi nombre, querido o execrado, no pueda olvidarse, porque está vinculado a muchas de las grandes conquistas de la civilización aseguradas para el pueblo oriental”.
(fragmento de un reportaje a Lorenzo Latorre en 1895, citado en “La organización del estado” de Alfredo Traversoni)

“Acaba de morir el tirano más horriblemente cruel que ha tenido la República en los últimos tiempos: Latorre. Un cuarto se siglo de desgracias y de corrupción debemos a su carácter sanguinario y a su desprecio por todo lo noble y respetable... Como atenuación de sus crímenes suele decirse que Latorre garantizó la propiedad en la campaña, que implantó el sistema de educación de José Pedro Varela, que hizo algunas obras públicas y que regularizó algo la Hacienda. Es verdad. Esto no le impedía saciar sus espantosos instintos!”
( diario “El Día”, 19 de enero de 1916)


“ En 1871, en plena guerra civil, los grandes terratenientes fundaron la Asociación Rural con el principal cometido de lograr un gobierno que garantizara el sosiego y el derecho de propiedad a toda costa, aún al precio de otro orden, el constitucional. Recibieron el apoyo de la clase alta urbana cuando en 1875 el gobierno suspendió el pago d ela deuda pública y quiso implantar el papel moneda atacando así al alto comercio poseedor del oro y a los acreedores británicos. Todas las clases altas se sintieron amenazadas...
Las clases altas y el Imperio Británico, hartos ya de la ‘anarquía’ pusieron sus gritos en el cielo y sus esperanzas en el ejército y en el Coronel Lorenzo Latorre. El líder rural Domingo Ordoñana señaló que ‘los pueblos en situaciones extremas suelen darse  gobiernos especiales cuando se convencen que la suavidad alienta el abuso’.
Las administraciones de Lorenzo latorre y Máximo Santos, más la del primero que la del segundo, se convirtieron en esos añorados ‘gobiernos especiales’...
Los logros del régimen militarista fueron decisivos para la construcción de un poder coactivo incontrastable. El fusil Remington primero, la ametralladora y el cañón Krupp después, el telégrafo y los ferrocarriles, al tecnificar la guerra y elevar el costo de las campañas militares, operaron siempre a favor del estado. El poder regional de los caudillos recibió un golpe casi mortal.
También fue modernizado el aparato administrativo y jurídico, reorganizando el servicio de correos, sustituidos los alcaldes por Jueces Letrados departamentales, promulgados los Códigos de Procedimiento Civil, Instrucción Criminal y el Rural. Este último y el Registro de Embargos tendieron a asegurar la propiedad en su concepción burguesa.
Ahora si podía desarrollarse en relativa paz la tecnificación agropecuaria y la racionalización de la explotación ganadera que permitieran pasar de la estancia cimarrona a la empresarial basada en criterios capitalistas...
El realismo del régimen militar latorrista, el deseo del ala “progresista” de la clase alta rural de tener un personal capacitado, y el positivismo filosófico que empezaba a penetrar en la elite intelectual, hicieron posible la aprobación del decreto ley de Educación Común obra de José Pedro Varela. El apoyo sostenido que los gobiernos sucesivos le brindaron de allí en adelante, hizo mucho por elevar el nivel cultural y la conciencia cívica de la población, rasgos que se acentuarían en el siglo XX conformando una característica específica de la población uruguaya.
La burguesía mercantil de origen extranjero y la clase alta rural, que no sentían los principios liberales con la misma fuerza que el antiguo grupo dirigente patricio, apoyaron y se sirvieron del régimen militar. El restablecimiento del patrón oro, la reanudación del pago de la deuda pública, las garantías a los inversores británicos y a la propiedad rural, la constitución de un estado por fin moderno y poderoso que pudiera imponerse a la anarquía caudillista, todo ello fue una obra que al mismo tiempo que las benefició, dio al estado una fuerza y un espacio propios cada vez más amplios”
(tomado de “El problema nacional y el Estado: un marco histórico” de José P. Barrán y Benjamín Nahum)